De niña me apasionaba contar historias, a veces sin un principio, muchas sin un final… No había hilo conductor, ni personajes definidos, no existía introducción, nudo y desenlace… todo eso lo aprendí después, mucho después… “Esta niña tiene demasiada imaginación” ¡cuántas veces escuché esa frase en casa pronunciada con cierta sorpresa! Mi abuela nació en 1924, casi no pudo ir al colegio al colegio pero aprendió a leer y siempre la recuerdo con un libro entre las mano… Los libros abrieron universos infinitos en mi mente. Ahora cuento historias reales donde la imagen y la palabra van de la mano… Contar historias es mi trabajo ¡no puedo ser más afortunada!
